La última anécdota que conservaré de del gran CIFU

En la madrugada de ayer, 17 de marzo de 2015, CIFU terminaba el tema de su propia vida: 74 años, muchos de los cuales, sobre todo los 44 últimos, en diversas emisoras de radio, dedicados a hablar de jazz, explicar jazz, hacer escuchar jazz, repasar intérpretes, formaciones, eventos de esta manifestación privilegiada de la música de los dos últimos siglos de occidente.
Yo subí a tocar un poco con otros amigos, asistiendo a reuniones espontáneas de músicos que se realizan en un determinado lugar, una “casica” así llamada, en la zona de Algezares, en Murcia. Nos juntamos allí, tres pianistas, tres baterías, dos bajistas, un guitarrista, y la voz de uno de los pianistas, que se atrevió a hacerse un ‘Body and soul’ maravilloso. Lindo quehacer, que más que quehacer es casi todo él un placer, el rotar en los solos, el ceder instrumentos, el ir a ritmo, el ponerse de acuerdo en estructuras, comienzos, finales, el ceder preponderancia al otro, el ser arropado por el otro, el atreverse acá a experimentar, acullá a sujetarse en pro del bien común: la estética, el arte, el goce, la alegría, también el llanto, el llanto del negro azotado en la plantación, mezclado con el ritmo lujurioso y la demanda imperiosa, como también debe ser… La cerveza, no en exceso para poder seguir golpeando platos, pulsando cuerdas, tecleando en el piano que Andrés gentilmente ha donado a la casa para acomodarse mejor también a su nueva situación, para poder seguir insuflando notas a su clarinete en el nuevo piso probablemente sin que choque con esa mole de sonido en potencia, probablemente, pero no lo ha vendido: lo ha dado a la “casica”: gente entrañable, sumamente querida para mí, porque me acogen con mis excentricidades, aunque convencido estoy de que muchas de ellas también fructíferas: por eso los quiero y cuando me es posible los visito, siempre procurando aprender porque todos son mejores que yo: llevan más tiempo en el ruedo.
Sin embargo, voy estando satisfecho, aun a sabiendas de que he de encontrarme naturalmente en el mismo sitio que CIFU antes que la mayoría de ellos: en el cementerio claro. Bonito sería, sin duda, que hubiera allá lejos o no tanto, una casica de estas eterna, con swing sin final, walkirias cantando como Ella y pianos áureos de tensas cuerdas celestiales; dúdolo mucho, de una u otra forma yo caminaré este más o menos desértico camino antes que la mayoría de los compañeros que desde hace unos ocho años tengo el gusto de conocer.
Y ahora viene de nuevo la mención a CIFU, porque hete acá que debí abandonarlos el domingo cuando aún quedaban unos pocos haciendo música, a fin de llegar a casa cuando preveía más o menos; y he aquí que cuando me meto en el sobre y me coloco los auriculares, contento por la hazaña de haber estado por allá con mis dificultades de movilidad y mi timidez que no venzo muy fácilmente, escucho con claridad meridiana los sones inconfundibles de buenos músicos de jazz; no recuerdo qué tema era exactamente; sí preciso que coloqué, como casi la única emisora que escucho en radio, RNE, radio 2, radio clásica. Y después la inconfundible voz de CIFU y sus explicaciones. En seguida, emocionado en ese momento más por la música, me levanto y escribo whatsapp a mi amigo Javier, uno de los pianistas: “parece que todavía estoy con vosotros”.
Vuelvo al lecho y entonces me quedo aún más maravillado: escucho ‘Caravan’, no recuerdo, perdonad ahora, aunque el podcast está ahí: programa del domingo 15 de marzo de 2015, bueno, de 24 h a una del lunes. Me quedo exultante de júbilo: ‘Caravan’ había sido atacado por mí una hora antes, e incluso nos había llevado a intentar profundizar en su estructura: mi inexperiencia la hacía como A B; la sabiduría de Javier me indicaba: “muchacho: A A B A, todos estos temas de la época tomaban esta forma”. Yo he repasado muchas versiones de ‘Caravan’: predomina esta, pero hay también interpretaciones en A B, aunque las menos, que tiene la virtualidad de no hacer tan repetitivo el leitmotiv del tema; incluso Duke Ellington lo interpreta así, en A B, en más de una ocasión; yo estoy escuchando al propio Duke Ellington, el autor, a la sazón, con varias grabaciones en A B; aunque si se trata de una vieja caravana atravesando el desierto americano pues quizá no es descarnada la insistencia en las Aes, en todo caso
un tema increíble: pues allí estaba, programado por CIFU precisamente esta noche.
Y otra infeliz casualidad: ayer CIFU va y se baja de esta penosa caravana de la vida y decide descansar. Un loco y paranoico estado a veces no tan alejado de mi manera de funcionar, diría: vaya, he precipitado la muerte de CIFU: un maníaco depresivo, me callo la relación que yo pueda mantener con este padecimiento, podría decir: CIFU me ha pasado el testigo del jazz, no para hacer radio como él, no tengo esa paciencia, sino para llevar a la urgencia de las teclas este maravilloso gusano del jazz cada vez con más ahínco y con más clase. ¡Ojalá!

El tema interpretado por la big band de Ellington al que me refiero está en “The popular Ellington”; también tengo otra grabación de este con Paul Gonzalves, igualmente en A B. Poseo muchas versiones más, de Monk, en el disco que le dedica a Duke, y de muchos otros pianistas más: Tommy Flanagan, Earl Hines, McCoy Tiner, pero no he chequeado este aspecto, aunque por encima sí es posible que venga resolviéndose el tema en A A B A con más frecuencia hasta la actualidad.

Dedicado con mucho cariño a mis compañeros en el jazz en Murcia, a sabiendas de ser un novato ya aspirando a veterano, aunque sólo sea por mis canas.

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